La belleza de lo imperfecto: la revolución de la cocina «fea» que está conquistando las redes
Descubre cómo la tendencia de cocinar con ingredientes «feos» o de aprovechamiento está cambiando nuestra forma de entender la gastronomía.
Del huerto a la mesa, sin complejos: cómo la cocina de aprovechamiento se ha convertido en un fenómeno viral
En un mundo obsesionado con la perfección estética, la comida no es una excepción. Estamos acostumbrados a ver en los supermercados frutas y verduras impolutas, todas del mismo tamaño y color, como si hubieran sido diseñadas por un ordenador. Sin embargo, una nueva tendencia en redes sociales está desafiando este paradigma y reivindicando la belleza de lo imperfecto. Se trata de las recetas con ingredientes «feos» o de aprovechamiento, una corriente que aboga por una cocina más sostenible, creativa y, sobre todo, real.
El movimiento «ugly food» (comida fea) no es nuevo, pero ha encontrado en plataformas como TikTok e Instagram el altavoz perfecto para llegar a una audiencia masiva. A través de vídeos cortos y visualmente muy atractivos, chefs y aficionados a la cocina nos enseñan a transformar esas verduras con formas extrañas o esas frutas con alguna magulladura en platos deliciosos y sorprendentes. La idea es simple pero poderosa: no hay ingredientes feos, solo cocineros con poca imaginación.
Esta tendencia conecta de forma directa con la tradición gastronómica andaluza, basada en la cocina de aprovechamiento y en el respeto por el producto. Platos tan nuestros como el gazpacho, el salmorejo o las «ropa vieja» son ejemplos perfectos de cómo se puede crear una comida exquisita a partir de ingredientes humildes y sobras del día anterior. En un momento en el que la sostenibilidad y el consumo responsable son más importantes que nunca, reivindicar esta herencia culinaria a través de las redes sociales es una oportunidad única para conectar con las nuevas generaciones.
La cocina con ingredientes «feos» no solo es una moda pasajera, sino que refleja un cambio de mentalidad mucho más profundo. Nos invita a repensar nuestra relación con la comida, a valorar la diversidad y a ser más conscientes del impacto de nuestras decisiones de consumo. En definitiva, nos enseña que la verdadera belleza de la gastronomía no está en la perfección de los ingredientes, sino en la historia que cuentan y en el amor con el que se cocinan.